domingo, 4 de diciembre de 2011

Va por usted, señor Noah

España consiguió alzarse con su quinta Copa Davis tan imponerse a Argentina por un global de 3-1. El viernes empezó de manera inmejorable la aventura de la conquista de una nueva ensaladera. Nadal abría la final entre España y Argentina contra su gran amigo Juan Mónaco, le duró tres asaltos, KO técnico. Nadal se mostró intratable, sin concesiones, con un juego sólido y dominando de principio a fin, para los que dudaban y se empeñaban en verle llorar. Después venía el plato fuerte, el punto de inflexión, el partido que decantaría a favor de la armada española la final, el partido entre David Ferrer y Juan Martín del Potro. Hay que decir que "Delpo" venía de una temporada de muchos altibajos, de una lesión larga en su muñeca que le apartó durante mucho tiempo de las pistas de todo el mundo, pero que, aún así, sacó todo su arsenal con el que deslumbró al mundo hace un par de años, derechas que parecían cohetes, saques al más puro estilo Roddick de un gigantón con cara de niño bueno.
Ahí estaba nuestro espartano en el tenis, el fajador más grande que he visto (con permiso de Nadal) en una pista de tenis. La cosa empezaba bien, 6-2, pero a medida que el partido avanzaba las sensaciones empeoraban, y de qué manera. Del Potro dio la vuelta al partido ganando los dos siguientes sets y dejando el tercero en suspense hasta que su físico dijo basta. Se mantuvo gracias a sus cañonazos de fondo de pista, su puntual fortuna en los puntos clave y el aliento de una hinchada argentina que se hizo escuchar durante todo el partido. Partido precioso, épico, de los que no quieres que se acaben nunca solo por ver el esfuerzo titánico de los gladiadores que están sobre la arcilla dejándose hasta la última gota de sudor por su patria, por España y por Argentina, por dos países de sangre latina que les apoyan hasta las últimas circunstancias. Ferru ganó el partido por tres sets a dos en un partido que quedará para el recuerdo, no tanto por lo técnico o táctico, sino por lo mental y físico del partido.
Del partido de dobles no hace falta decir nada, desastre total y absoluto de Feli y Verdasco, que no entraron en el partido en ningún momento. Se empieza a hablar de cambio de ciclo en nuestra pareja de dobles, veremos.

Pasamos al partido que decidió la eliminatoria y que nos dio la quinta ensaladera de nuestra historia, la quinta en once años. Nadal contra Del Potro, partidazo en toda regla. Empezaba muy mal la cosa, 6-1 para un Juan Martín que no fallaba una y que, además, tenía la suerte de su lado en los puntos decisivos. Nadal parecía fuera del partido, pero volvió el Rafa imparable, de derechas de ensueño y de passing solo a su alcance. Baño absoluto del español en los dos siguientes sets, se gustaba y notaba el aliento de la grada, celebraba cada punto como si fuese el último, con el puño en alto y el biceps a punto de estallarle. El último set fue de infarto, acabó en el tie-break, y el resultado fue rotundo, 7-0 para, con una derecha paralela, conseguir el repoker de ensaladeras para nuestro país y convertirle, así, en el mejor equipo de la Davis del siglo. Se tiró a la arcilla de la Cartuja, se levantó y se vio rodeado de todos sus compañeros, que le adoran y saben que ha sido, es y será el número uno. Cabe destacar en letras mayúsculas el gesto de señor que tiene Nadal al acabar el partido. Se acercó a todos y cada uno de los miembros del equipo argentino para felicitarles por la eliminatoria que habían hecho, se abrazó con Del Potro y demostró, una vez más, que además de ser un señor del tenis, es un señor de los pies a la cabeza, un señor que no pierde las formas ni en las buenas ni en las malas. Gestos como ese son la verdadera droga de estos éxitos españoles, éxitos cuestionados por algunas voces desautorizadas que no tienen ni voz ni voto para hablar. La verdadera droga es sentir el orgullo de representar a un país como el nuestro. Nuestra droga, señor Noah, es ser españoles. Un abrazo, hasta la próxima.

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