miércoles, 15 de febrero de 2017

El fin de las cosas

Vía Getty Images

Hablaba el otro día en el trabajo con un querido compañero de lo que significa saber cuándo decir adiós. Lo debatíamos mientras presenciábamos la que parecía que iba a ser la derrota que dejaría al Atlético de Madrid quinto en la Liga, en la que parecía que sería una derrota más en la temporada de los rojiblancos. No acabó así, pero el debate seguía vivo.

Hablábamos de Simeone, de su rueda de prensa después de caer contra el Real Madrid en la final de la Champions, de sus ganas de decir adiós, de tirar todo por la ventana... Algo que quizás debería haber hecho, pero no hizo.

Y entonces llegamos a la pregunta: ¿cuándo hay que decir adiós? 

No es una cuestión objetiva, se basa en las tripas, en lo que tu 'cuore' te dicta. Cada cual elige cuándo es el momento, a algunos se lo eligen, pero si tienes la suerte de tener la sartén por el mango la cosa cambia.

Puedes elegir si te vas ganando o si lo haces perdiendo, si lo haces con todos aplaudiendo o con alguno silbando, si quieres que todos los recuerdos que queden sean buenos o quede alguna sombra.

El corazón dicta todo eso, los sentimientos, las ganas de seguir en busca de retos o de quedarse en casa disfrutando de lo conseguido.

Pocos optan por lo segundo, dejarlo en la cima, dejando la ambición a un lado y optando por la salida del 'No'.

Luego está el caso del Barcelona, donde nadie parece haber visto que ya nada será como fue. El final lo ha marcado el tiempo, que pasa igual para todos.

Menos para Messi, que es capaz de pasar al tiempo.

Pero el final ha llegado, el final de una era marcada por el toque, por la posesión, por la presión alta, por el domino apabullante... El (muy) esperado por algunos fin de ciclo ha llegado.  Y en su caso se lo han elegido.

Y, como todos los finales de una historia bonita, es doloroso. Se tiende a la nostalgia, al recuerdo de lo bello que fue, lo malo queda atrás, es una época de vacío existencial.

Pero en el fútbol, en la vida, en todo, hay ciclos. Altos y bajos, te enamoras y lo dejas todo, vienes y te vas. Pero siempre se vuelve a la misma pregunta... ¿Cuándo decir adiós?

Dicen que el corazón siempre tiene razón, que nunca se equivoca. Hacer caso a las tripas suele ser lo mejor a largo plazo, es lo que más tranquilo te deja a largo plazo. Quizás Simeone tuvo que irse después de perder la final de Champions, quizás lo tuvo que hacer Vicente del Bosque antes del Mundial de Brasil.

Pero no era el final que habían planeado, no era su final. Y no hay nada mejor que poder elegir tu final y seguir a tus tripas. Porque si no es así, te lo eligen, y eso es mucho peor.

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