lunes, 20 de febrero de 2017

Denis Istomin, el uzbeko de gafas fosforitas entrenado por su madre que eliminó a Djokovic


Cuando saltaba la noticia de la eliminación de Djokovic del Open de Australia, muchos seguro que se llevaron las manos a la cabeza. ¿Quién había sido capaz de cargarse al seis veces campeón del torneo en sólo su segundo partido de competición?

No fue Murray, tampoco Nadal, ni Federer o Wawrinka. Le dejó fuera Denis Istomin, para muchos un auténtico desconocido. Istomin, nacido en Rusia y de procedencia uzbeka, nació el 7 de septiembre de 1986.

Istomin llegaba a Australia con una 'wild card', un invitado de la organización para un torneo en el que no se supone que tendría que estar. Allí llegó con su madre, su entrenadora desde siempre y que le metió la idea en la cabeza de jugar al tenis.

Con 30 años a sus espaldas, Istomin jamás ha sido alguien que destaque en el mundo del tenis, de hecho, su ránking más alto lo consiguió en agosto de 2012, colocándose el número 33 del mundo.

En 2004 comenzó su andadura profesional y lo máximo que ha conseguido desde entonces es ganar un torneo: el open de Nottingham contra Sam Querrey en 2015.

En los Grand Slam, su mejor resultado fue llegar a la cuarta ronda del US Open y de Wimbledon en 2012 y 2013 y ha ganado la nada despreciable cifra de cuatro millones y medio de dólares durante sus 13 años de carrera.

Antes de todo esto, sufrió un accidente de tráfico en el que sufrió varias lesiones. Los médicos le dijeron que no podría seguir jugando al tenis, pero dos años después, volvió a las pistas y se hizo profesional.

Este es Denis Istomin, el jugador de las gafas fosforitas que no se supone que tendría que haber estado en Australia, pero que llegó junto a su madre y se cargó al rey del Melbourne Park.

jueves, 16 de febrero de 2017

Russell Westbrook y la mejor temporada de la era moderna

Vía Getty Images

"Westbrook va a promediar un triple-doble sin Durant al lado". Lo que comenzó como un comentario al aire hecho por algunos va camino de convertirse en realidad.

El '0' de los Thunder consigue relativizar una hazaña que sólo una persona ha logrado alcanzar en la historia de la NBA, consigue que parezca que hacer dobles dígitos en tres apartados estadísticos diferentes sea el pan de cada día.

Una bestia que merece la pena poner en papel, explicar la importancia que tiene más allá de los números. Todos esperaban una temporada explosiva de Westbrook tras la salida de Durant, algo que sólo podían parar las lesiones, 82 partidos en los que la bestia de 28 años se haría aún más fuerte encendido por la ira de la marcha de su mejor amigo al equipo que les eliminó en Playoffs.

Y no era del todo falso.

Su primer triple-doble fue toda una declaración de intenciones: 51 puntos, 13 rebotes y 10 asistencias contra los Suns.

Una actuación anotadora un 28 de octubre que hizo que abriésemos los ojos: Westbrook estaba aquí. Después, llegaron  otro, y otro, y otro... Y así hasta los 27 que lleva actualmente (cifra que se quedará vieja dependiendo de cuándo lo leas).

Russell está en una lucha constante contra todo, contra los rivales, contra sus compañeros, contra la historia, contra Durant...

Le da igual ir a la guerra, él es la guerra.

Ahora mismo, Westbrook promedia 31.1 puntos, 10.5 rebotes y 10.1 asistencias por partido. La estadística que menos depende de él y más de sus compañeros es la que le tiene al borde del precipicio, esas dos décimas que le separan de hacer una temporada que se quedará cerca de estar en los libros de historia.

Sólo Oscar Robertson, con 23 años y en los Cincinnati Royals, logró algo parecido. Mejor incluso. Promedió 30.8 puntos, 12.5 rebotes y 11.4 asistencias, teniendo un porcentaje de 'Win share' que casi dobla al que tiene Westbrook ahora mismo (15.6 por 8.2).

El baloncesto total de Westbrook pone en riesgo los parámetros establecidos en el baloncesto moderno. Ya no es el pívot el que rebotea, no es el escolta el que anota y no es el base el que pasa.

Todos suman... Y el '0' es el que más suma de todos. 

Le quedan 25 partidos para la historia, quizás para el MVP, seguro para seguir su lucha.

miércoles, 15 de febrero de 2017

El fin de las cosas

Vía Getty Images

Hablaba el otro día en el trabajo con un querido compañero de lo que significa saber cuándo decir adiós. Lo debatíamos mientras presenciábamos la que parecía que iba a ser la derrota que dejaría al Atlético de Madrid quinto en la Liga, en la que parecía que sería una derrota más en la temporada de los rojiblancos. No acabó así, pero el debate seguía vivo.

Hablábamos de Simeone, de su rueda de prensa después de caer contra el Real Madrid en la final de la Champions, de sus ganas de decir adiós, de tirar todo por la ventana... Algo que quizás debería haber hecho, pero no hizo.

Y entonces llegamos a la pregunta: ¿cuándo hay que decir adiós? 

No es una cuestión objetiva, se basa en las tripas, en lo que tu 'cuore' te dicta. Cada cual elige cuándo es el momento, a algunos se lo eligen, pero si tienes la suerte de tener la sartén por el mango la cosa cambia.

Puedes elegir si te vas ganando o si lo haces perdiendo, si lo haces con todos aplaudiendo o con alguno silbando, si quieres que todos los recuerdos que queden sean buenos o quede alguna sombra.

El corazón dicta todo eso, los sentimientos, las ganas de seguir en busca de retos o de quedarse en casa disfrutando de lo conseguido.

Pocos optan por lo segundo, dejarlo en la cima, dejando la ambición a un lado y optando por la salida del 'No'.

Luego está el caso del Barcelona, donde nadie parece haber visto que ya nada será como fue. El final lo ha marcado el tiempo, que pasa igual para todos.

Menos para Messi, que es capaz de pasar al tiempo.

Pero el final ha llegado, el final de una era marcada por el toque, por la posesión, por la presión alta, por el domino apabullante... El (muy) esperado por algunos fin de ciclo ha llegado.  Y en su caso se lo han elegido.

Y, como todos los finales de una historia bonita, es doloroso. Se tiende a la nostalgia, al recuerdo de lo bello que fue, lo malo queda atrás, es una época de vacío existencial.

Pero en el fútbol, en la vida, en todo, hay ciclos. Altos y bajos, te enamoras y lo dejas todo, vienes y te vas. Pero siempre se vuelve a la misma pregunta... ¿Cuándo decir adiós?

Dicen que el corazón siempre tiene razón, que nunca se equivoca. Hacer caso a las tripas suele ser lo mejor a largo plazo, es lo que más tranquilo te deja a largo plazo. Quizás Simeone tuvo que irse después de perder la final de Champions, quizás lo tuvo que hacer Vicente del Bosque antes del Mundial de Brasil.

Pero no era el final que habían planeado, no era su final. Y no hay nada mejor que poder elegir tu final y seguir a tus tripas. Porque si no es así, te lo eligen, y eso es mucho peor.

Drazen Petrovic, el genio de Sibenik que revolucionó el baloncesto europeo


Un camión se llevó al talento más grande que dio el baloncesto europeo. Drazen Petrovic, conocido como el genio de Sibenik, fue una leyenda dentro de la cancha con una ética de trabajo obsesiva. O se le quería o se le odiaba, no había medias tintas con él. Cibona, Real Madrid, Portland, New Jersey, Yugoslavia, Croacia, Vlade Divac... Repasamos su legado y su vida dentro y fuera de las canchas de baloncesto.

Es imposible resumir en unas líneas la carrera del genio de Sibenik, su aportación al baloncesto europeo y su legado tras su fatídica muerte. Para muchos es el mejor europeo que ha pisado una cancha de baloncesto, para otros, alguien con una competitividad que pocos podían igualar.

O le odiabas o le querías. Él se lo dejaba todo en la cancha, tenía unos métodos de trabajo y una mentalidad impropias para la época. Se creía el mejor del planeta y a veces conseguía serlo. Retó a Jordan y le hizo bajar de la nube por unos minutos.

Se fue a los 28 años, con toda una carrera por delante. Había deslumbrado en Europa en la Cibona, en el Real Madrid y lo estaba haciendo en los Nets tras un inicio irregular en la NBA. Por aquella época, que un europeo destacase era una heroicidad. Él lo consiguió.

Leyenda en la Cibona de Zagreb
Vayamos por partes. Drazen Petrovic empezó su carrera con el Sibenka, debutando en 1980 y ganando dos campeonatos nacionales. Hizo el servicio militar y fichó por la Cibona, donde completó sus mejores partidos como profesional en Europa. Nada más debutar, metió 56 puntos y lo hizo precisamente contra el Sibenka.

Sus anotaciones no eran habituales, hacía que meter 30, 40 o 50 puntos fuese fácil. Quizás sólo lo era para él. Con la Cibona ganó una Recopa y dos Copas de Europa, ganando de manera reiterada a un Real Madrid al que luego prestaría sus servicios.

En España se especulaba con tres opciones: Barcelona, Real Madrid y NBA. Muchos veían a Drazen en América, no era lo habitual en esos años, pero su talento era desbordante y su carácter, magnético. El Barça parecía que le tenía fichado, pero los blancos pusieron toda la carne en el asador para llevárselo.

Paso efímero por Madrid y a la NBA
Y lo hicieron. Y Petrovic consiguió salirse del mapa en un año en el que consiguió una Recopa (metiendo 62 puntos ante Oscar Schmidt) y una Copa del Rey. Después vio que su futuro se quedaba pequeño en Europa, tenía que cruzar el charco, probarse contra los mejores del mundo, marcharse a la NBA.

Su primer equipo fueron los Portland Trail Blazers de Clyde Drexler, donde se preveía que iba a tener una competencia feroz. Su paso por Portland fue efímero y pronto cambió de aires, llegando en 1990 al que sería el equipo de su despegue mundial.

Ficha por los New Jersey Nets. donde se coloca como máximo anotador, ya en la madurez de su juego. Sus porcentajes eran más que notables, sus cifras asombraban, su nombre ya estaba en los resúmenes de los partidos de manera habitual y sonaba para el All Star.

Estrella en la NBA en su último año
Su mayor logro llegó al final de la temporada 1992/93, en la que consigue estar en el tercer mejor quinteto de la NBA, acabando undécimo en anotación. Pero sus éxitos no acababan ahí, en su selección también cosechó triunfos... y algún que otro enemigo.

La guerra de los Balcanes le pilló en medio de su época dorada y del dominio de Yugoslavia en el baloncesto europeo. Una selección que tenía a estrellas como Toni Kukoc, Vlade Divac, Dino Radja, Danilovic... todos ellos bajo la batuta de Dusan Ivkovic. Un equipo de leyenda.

Con ese equipo, logró un Mundial y un Europeo, además de una plata y un bronce olímpico. La desintegración de Yugoslavia también le hizo perder alguna amistad, como la de Vlade Divac. Uno serbio, el otro croata.

Yugoslavia, Divac y la guerra de los Balcanes
En el Mundial de Argentina 1990, que ganó Yugoslavia a la URSS, un aficionado saltó a la cancha con una bandera de Croacia (de donde era originario Petrovic), una bandera que Divac le arrebató de las manos, quitándosela con violencia. Eso marcó su amistad para siempre, convirtiéndose en enemigos.

Pero su leyenda se agiganta en una cita en concreto: Barcelona 1992. En los Juegos Olímpicos, con Croacia, consigue llegar hasta la final, donde le esperaba un tal Michael Jordan y el resto de un 'Dream Team' imbatible. Petrovic quería retarles, quería ganarles, lo veía posible.

Fatídico final
Sin embargo, nada pudieron hacer para frenar el torrente que era ese equipo y sus ansias de hacer historia. Su fatídico desenlace llega el 7 de junio de 1993, en un accidente de tráfico en el que un camión se cruzó en su camino cerca de Múnich.

Los Nets retiraron el dorsal 3 en su honor, como la Cibona, y a partir de 2002 estuvo reconocido en el Hall Of Fame de la NBA. La primera gran leyenda europea. El mejor que ha habido para muchos.

Una ética de trabajo que rozaba lo obsesivo. Un carácter único. Un jugador adelantado a su época. Drazen Petrovic, el genio de Sibenik.

viernes, 10 de febrero de 2017

Mischa y Alexander Zverev, los hermanos destinados a dominar el tenis mundial


Siempre ha habido grandes parejas de hermanos en la historia del tenis. Venus y Serena Williams, John y Patrick McEnroe, Bob y Mike Bryan... Ahora, otra pareja de hermanos, en este caso alemanes, ha llegado al circuito con ganas de hacer historia.

Alexander Zverev tiene 19 años y, según Rafa Nadal, "es el presente y el futuro del tenis". No tuvo suerte contra el español, se topó con un muro que no todos pueden superar, pero el gigante de casi dos metros (1'98) tiene unas cualidades que no pasan desapercibidas.

Todo el presente y el futuro para ellos

Ahora mismo, está en el puesto 24 del mundo, compaginando su carrera con la de modelo de 'Abercrombie and Fitch'. Sin embargo, su hermano también está dando guerra en el Open de Australia.

Mischa Zverev, con 29 años, siempre ha estado lastrado por las lesiones, pero ahora, estando entre los 50 mejores jugadores del mundo, quiere que el apellido Zverev llegue lo más lejos posible en el primer Grand Slam del año.

Mischa eliminó al número 1 del mundo, Andy Murray, dando una de las sorpresas del torneo. A la sombra de su hermano pequeño, aseguró que le ayudó ver "la sonrisa" de su madre, que "no se la quita" durante todo el torneo.

Padres con pasado tenístico

Los padres de los dos tenistas, Irena y Alexander Zverev Sr., emigraron desde Rusia hasta Hamburgo. Ambos fueron jugadores de tenis, incluso la abuela de los Zverev, y el padre es ahora el entrenador de su hijo Alexander.

Ahora, viven en la cresta de la ola, disfrutando del momento que viven. Alexander tiene todo el futuro por delante y todo el potencial para comerse el circuito ATP, Mischa vive el momento más dulce de su carrera fijándose en su pequeño hermano. Los Zverev son la pareja de moda del tenis.

miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Qué son los eSports? Así es el fenómeno que arrasa en todo el mundo

El auge de los videojuegos es imparable. Es la industria del entretenimiento que más mueve en todo el planeta, llevando a millones de jugadores a pasar horas y horas delante de su televisor, su teléfono o su ordenador jugando a toda clase de juegos.

Hace poco más de 20 años se crearon lo que se conoce como los eSports o deportes electrónicos, un auténtico fenómeno de masas a cuyos eventos acuden miles de personas. Sus estrellas se convierten en 'Trending Topic', llenan estadios enteros y hay clubes deportivos que ya han creado sus propias secciones de eSports.

Las cifras son de locos: hay más de 130 millones de personas siguiendo estos deportes electrónicos en todo el planeta, moviendo cerca de los 400 millones de euros. No sólo eso, para 2019 se prevé que esta industria ingrese más de 1.000 millones de euros, un crecimiento absolutamente ingente en tan poco tiempo.

Un espectáculo a la altura de la Superbowl

Las realizaciones de las retransmisiones son dignas de una Superbowl y las audiencias son de escándalo. La final del 'League of Legends' de 2016, el juego por excelencia de estos eSports, superó en número de espectadores (36 millones) al último partido de las Finales de la NBA entre los Cavaliers y los Warriors (31 millones de espectadores).

Es decir, Samsung y SK Telecom fueron los LeBron James y Stephen Curry de los eSports, disputando la final en el Staples Center de Los Angeles y llenando el estadio con su partida.

Sin embargo, no todos los videojuegos que existen pueden ser considerados eSports. Si alguien quisiese hacer una competición al Crash Bandicoot, al Metal Gear o al Super Mario Bros, no podría hacerlo. Son cerca de 10 juegos los que están en la lista de deportes electrónicos: League of Legends, Call of Duty, FIFA, Overwatch, Hearthstone, Smash Bros, StarCraft... Todos ellos comparten una serie de características.

Las estrellas del deporte electrónico

Primero, el juego debe permitir el enfrentamiento entre dos o más jugadores que compitan en igualdad de condiciones. Segundo, deben existir competiciones oficiales con sus reglas, jugadores y equipos profesionales establecidos. Pero no sólo al propio videojuego se ciñen estas reglas, también hay tres reglas que se deben cumplir: que tengan aficionados que sigan ese juego, que haya medios de comunicación que se encarguen de retransmitir estas competiciones y un mercado alternativo para ingresar dinero más allá del propio juego.

Los jugadores más conocidos de estos eSports tienen sus propios nombres en clave. No son 'la pulga', 'el pelusa' o 'King'. xPeke, Nadeshot, DanDy o Faker son algunos de los más conocidos, algunos de ellos arrastran miles de seguidores y tienen contratos de publicidad millonarios.

Twitch.tv es la encargada de llevar todas estas competiciones a millones de espectadores. Más del 80% de la gente que usa la plataforma lo hace para ver estos eSports y Amazon ya se ha hecho con la propiedad de la plataforma por más de 700 millones de euros.

¿Una moda? No, una realidad

Pero no crean que los jugadores no necesitan tener preparación más allá de jugar al propio juego. También llevan a cabo una estricta dieta e incluso acuden a psicologos para saber actuar en las situaciones más extremas que se presenten en cada momento de las partidas. Si el cuerpo y la mente responden, los dedos también lo harán.

En definitiva, los eSports han llegado para quedarse y es un movimiento cada vez más grande. Quédense con los nombres que han leído arriba, porque puede que pronto sean más famosos que Usain Bolt, Simone Biles o Cristiano Ronaldo.

domingo, 5 de febrero de 2017

14.500 toneladas de patatas fritas y otras cifras locas de la Super Bowl



En la Super Bowl no sólo importa lo que pasa en el campo. De hecho, es de lo menos importante. Antes, durante y después del partido, millones de aficionados acuden a las tiendas a llenar sus neveras y a acondicionar sus casas para un evento que, si no ves, quedas en fuera de juego.

112 millones de personas estuvieron pegadas a sus televisores para ver la victoria de los Broncos sobre los Panthers en 2016, pero no se queda ahí la cosa. La gente compró en anteriores ediciones cerca de 1.300 millones de alitas de pollo, 3.600 toneladas de guacamoles, 14.500 toneladas de patatas fritas...

La comida y la bebida, vitales

Definitivamente, la comida juega un papel importante, pero la bebida tampoco puede faltar. Hasta 1.200 millones de litros de cerveza se venden, algo que hará que una persona pueda llegar a ingerir unas 2.500 calorías en lo que dura el encuentro.

Los artistas que tocan en el concierto del descanso también se llevan su pellizco: además de lo que les dé la organización, la venta de sus discos aumenta el doble, el triple o incluso, en el caso de Missy Elliot, hasta 10 veces que antes que tocar. Lady Gaga podría ser la siguiente en recibir ese empujón después de cantar en el NRG Stadium de Houston.

Una entrada poco asequible

En el tema de las entradas, en datos proporcionados por StubHub, la entrada media para ver la Super Bowl cuesta la friolera de 3.974 euros, situándose la más barata en 1.390 euros y la más cara en 14.312.

Por compararlo con otros eventos, la entrada media de la final de la Champions League que se disputó en Milán en 2016 costaba 2.299 euros, siendo de 1.388 euros la entrada más barata y de 6.611 la más cara, un 73% más barata que las de la Super Bowl.

Las cifras en televisión

Los anuncios de la televisión también son un tema de interés para las marcas. Un anuncio de 30 segundos durante el partido cuesta 5 millones de dólares, algo con lo que las televisiones llegan a ingresar cerca de 400 millones de dólares. Este año, la encargada de retransmitir el evento será FOX.

Antes del partido, se estima que se comprarán cerca de 9 millones de televisiones nuevas y casi dos millones de personas pedirán el día siguiente al partido libre en el trabajo por enfermedad. Esto es lo que mueve un evento planetario, un evento que tiene a todos pegados al televisor por unas horas y que mueve una ingente cantidad de dinero.

sábado, 4 de febrero de 2017

La explosión de Luka Doncic, la estrella europea de presente y de futuro


Llegó en 2012 a España desde el Olimpia de Ljubljana y desde entonces no ha parado de crecer. En todos los sentidos. Luka Doncic juega de base y mide dos metros (o 2,01, para ser más exactos), prácticamente igual que Felipe Reyes, que mide 2,04.

Debutó con el Real Madrid en la temporada 2014/2015, siendo el más joven que jugaba su primer partido en la entidad blanca con apenas 16 años y 2 meses a sus espaldas. Fue el tercero más joven que debutaba en un partido de la ACB, sólo por detrás de Ricky Rubio y Ángel Rebolo, y ahí ya se le vieron maneras contra el Unicaja con un triple desde la esquina.

Sus comienzos

Desde entonces, ha cogido cada vez más protagonismo, pasando de ser un canterano más a ser indiscutible en la rotación de Pablo Laso. Desde la salida de Sergio Rodríguez a la NBA, sus números no han parado de crecer y sus actuaciones ya dejan con la boca abierta a todos.

Ha pasado de ser una promesa a una realidad. Y tiene 17 años. Esta temporada, promedia 22 minutos, en los que hace de media 9 puntos, 4,5 asistencias y 4 rebotes por partido, sumando 15 puntos de valoración de media. Sin embargo, han sido dos de sus últimas actuaciones las que le han acabado de consolidar.

Exhibición ante el Zalgiris

La última, la más reciente ante el histórico Zalgiris de Kaunas. Cuando el partido estaba empatado a 91 y nadie quería tirar, Doncic sacó todo su talento a relucir para meter dos triples que hicieron que el Palacio se viniese abajo. Los dos tras dribling al contrario, como si de Iverson se tratase. Midiendo dos metros, con 17 años, pero con el descaro de una estrella.

Al final acabó con 17 puntos, 4 asistencias y 4 rebotes, cogiendo las riendas de un equipo sin su referencia, Sergio Llull. Acabó con 24 de valoración y con su doctorado europeo. Antes, en la ACB, dejó otro partido en el que dejó su nombre escrito en la historia.

Doncic ya está aquí

Contra el Fuenlabrada, Doncic firmó 23 puntos y repartió 11 asistencias, siendo el jugador más joven de la liga en hacer un doble-doble e igualando el mejor registro de valoración de un menor de edad (34 puntos, los mismos que Ricky Rubio en la temporada 2007/2008). Además, fue el primer jugador que hacía esos números desde Sergio Rodríguez en la temporada 2006.

En otras palabras y más allá de los números, Luka Doncic ya está aquí. Es una realidad, no es una futura estrella del baloncesto europeo. El joven imberbe blanco sigue dejando a los aficionados al baloncesto con la boca abierta y en la NBA no tardarán en echarle el guante. Doncic es una realidad.

jueves, 2 de febrero de 2017

Mi madre, Javier Fernández y el bosque



En otras entradas, en especial en la última, hice hincapié en la idea de que vivimos una época bastante próspera en el deporte español, en todas las disciplinas imaginables. Hasta en las que no sabíamos que existían hasta hace poco. Uno de los ejemplos más claros es el de Javier Fernández, pentacampeón de Europa y doble campeón del mundo de patinaje artístico (arrea).

Ha conseguido, al igual que Carolina Marín con el bádminton, que se hable de un deporte que apenas tenía seguimiento en los medios. Pero que el árbol no nos impida ver el bosque, se sigue sin hablar de ellos. Y la culpa es nuestra, de los medios de comunicación, de nadie más. Como ejemplo os voy a poner a alguien muy cercano a mí; mi madre.

Mi madre no se ha perdido una sola de las competiciones en las que ha participado Javier Fernández. Le encandiló un chavalín delgado que se vio obligado a irse a Canadá, entrenar con su mayor rival y aguantar todo tipo de 'perrerías' para competir en la más alta élite. Da igual si es pronto, tarde, mi madre ahí está con su Javier. Y no es porque ningún medio se lo diga, se lo busca ella.

Quizás muchos no sepan lo que es un doble axel o un triple toe loop, pero mi madre ya se sabe todos y cada uno de los saltos que hace 'su' Javi. Sabe si lo va a clavar antes incluso de que salte y nadie se lo ha enseñado, bueno, alguien sí, tampoco hay que ser injustos con la eterna Paloma del Río, un oasis en el desierto de vagueza intelectual.

Ella lo narra con pasión, también es 'su' Javi y también le ve triunfando y pegándosela contra el hielo más de una vez. Si alguna vez la conozco, le daré las gracias por hacer disfrutar tantísimo a mi madre narrando las hazañas de ese chavalín delgado. Porque es la única que se interesa en hacerlo, y es triste.

De esa falta de tacto con los que triunfan en España y son relegados a un segundo plano (véanse las portadas de Marca y As de ese día), se llegó a un momento en el que, a su vuelta a España, a Javier Fernández no le esperó NADIE en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Nadie. Ni una pancarta de 'Enhorabuena campeón', ni un grito, nada. El chico que pasea la bandera de España con orgullo cada vez que puede, que nunca rehuye de un país que le dio la patada, se ve con cinco medallas de oro colgadas al cuello y nadie que le felicite.

Sí, a mi madre le habría encantado ir a felicitar a 'su' Javi, pero nadie se molestó en decirla cuándo llegaría la leyenda del patinaje a casa. Tampoco habría podido ir por las horas, pero habría hecho lo imposible por conocer al chavalín delgado que le hace levantarse de la emoción con sus cuádruples saltos. Y la culpa no es suya, ni de Javier Fernández, ni de Paloma del Río.

La culpa es, simple y llanamente, nuestra.