martes, 5 de julio de 2016

Durant y los nuevos tiempos



Decía Gonzalo Vázquez que la llegada de Durant a los Warriors es como si Malone hubiese fichado por los Bulls de Jordan. Y no le falta razón, es un movimiento de proporciones bíblicas, quizás algo que no se haya visto hasta ahora en la NBA.

Pongamos esto en perspectiva. Los dos mejores tiradores de la temporada pasada fueron Curry y Durant, ambos se enfrentaron en las Finales de la Conferencia Oeste y Durant estuvo a un cuarto de mandar a casa a su futuro equipo. Ahora se une a ellos.

Muchos lo comparan con la llegada de LeBron James a Miami, pero es radicalmente distinto. Los Warriors ya son un equipo campeón, un conjunto hecho. Los Heat tenían que construirse de la nada, con el Big Three, pero de la nada.

No hay comparación con nada. Este movimiento hace que la NBA se polarice, se preste atención a cuatro equipos, el resto son sólo el sparring. Y Oklahoma... qué decir de Oklahoma. Los grandes desilusionados con toda esta historia.




Westbrook cambia a Durant y a Ibaka por Oladipo e Ilyasova, ese es el resumen de brocha gorda. Pero el daño es mucho mayor, va más allá del propio baloncesto. Durant era el icono de Oklahoma, un referente fuera de la cancha que ayudó a la comunidad cuando más lo necesitó.

Si lo que quiere es ganar un anillo como sea, puede estar tranquilo, lo hará tarde o temprano. Y puede que varias veces. Si lo que quiere es hacer historia, puede estar tranquilo, la hará, aunque depende de él. Si lo que quiere es que se le considere un campeón, un héroe, eso se lo tendrá que ganar.

Lo que es seguro es que, de momento, los Warriors son los máximos favoritos al próximo anillo y a los de los próximos cinco años. Pero hay que esperar a que acabe el mercado de agentes libres para poder valorar en su justa medida esta bomba.

Y no, esto no se hacía así antiguamente. Pero no siempre se tiene que vivir como siempre. Llega un momento en el que hay que cambiar de costumbres, de modelos, de vida, de todo. La NBA se ha caracterizado por crecer, madurar, reinventarse constantemente.

Esto es un nuevo paso. Probablemente evolucione a algo menos atractivo en nivel de equipos realmente competitivos, quedarán cinco o seis como mucho, los que acapararán a los grandes jugadores y podrán dar sorpresas reales.



El resto tendrán que seguir el modelo Warriors, o el de Oklahoma hasta la marcha de los Harden, Ibaka, Durant... Y las estrellas decidirán dónde ir en función de varios factores: volumen de mercado, zona geográfica, nivel competitivo, capacidad de rehacerse durante los años...

No, la NBA ya no es lo que era. Antes ningún jugador parecido a Ryan Anderson podría llegar a cobrar 80 millones en cuatro años. Pero eso no es culpa de los jugadores, es culpa de los equipos y de la propia NBA. Al igual que la salida de Durant, que no es su culpa, sino del señor Presty.

Tenía todos los mimbres para hacer una auténtica dinastía y la mala suerte se cebó con su equipo. Si no era la juventud, eran las lesiones, si no que el momento no era el oportuno. Nunca lo fue para los Thunder. Y así se llega a esta situación. Así acaba una era en la NBA y empieza otra: la de los superequipos.